Me siento triste, estresado, agobiado, como que no puedo más... ¿Es normal?, ¿debo pedir ayuda profesional?
Por la situación actual, muchos hablamos de resistir, aguantar, o de lo duro que va ser... pero realmente no nos paramos a pensar qué es lo que ha hecho que esta situación nos resulte tan difícil y nos desestabilice tanto a nivel psicológico. ¿Qué hay detrás del encierro que nos obliga a hablar en estos términos?
"Esto parece una cárcel", "no aguanto más encerrado/a", "esta situación va a acabar conmigo". Son frases que estamos escuchando con mucha frecuencia en estos días, pero detrás de estas frases hay mucho contenido emocional.
¿Qué es lo que realmente está ocurriendo? De forma más superficial todos entendemos que se nos ha privado de 2 conceptos que están muy involucrados en nuestro día a día: la libertad y el contacto social. Esto es lo que percibimos, pero realmente no se queda ahí. Si profundizamos observamos que implica perder mucho más:
- Pérdida de rutinas: este factor genera incertidumbre, desestabiliza, implica tener mucho más tiempo libre, y puede dar lugar a la aparición más frecuente del aburrimiento. Por tanto habrá que reorganizar el tiempo.
- Pérdida de reforzadores: unas de las variables que más influyen en nuestro estado de ánimo son los reforzadores. ¿Qué son? Son todas aquellas actividades o conductas que nos producen placer o nos gustan. Para cada uno pueden ser diferentes, por ejemplo: hacer deporte, caminar, quedar con amigos, trabajar... Hay muchos más de los que podemos imaginar en un principio, pero la mayor parte de estos los tenemos asociados a actividades externas a casa. La situación nos obliga a buscar estos nuevos reforzadores dentro de casa, puesto que si no nuestro estado de ánimo puede verse comprometido.
Y como habréis podido adivinar no se trata sólo de esta "pérdida" y reestructuración espontánea y brusca de la realidad. A esto se le añaden una serie de emociones que se desencadenan de forma inevitable: tristeza, ansiedad, apatía, anhedonia, intranquilidad, miedo, incertidumbre, enfado, desesperanza... Emociones que categorizamos como negativas y que intentamos evitar puesto que nos producen mucho malestar. Pero repito, y esto es importante, aparecen sin que sea posible evitarlas todo el tiempo. ¿Qué puedo hacer entonces?
Es difícil, pero en ocasiones habrá que identificarlas, sentirlas y poder actuar en consecuencia, evitarlas de forma continua no será eficaz y producirá un efecto rebote.
Entonces... ¿debo conformarme y experimentar estas emociones? ¿Es normal? Sí, es normal sentirse mal, es normal sentirse triste y frustrado por todo lo que he comentado previamente... pero en cualquier caso la pregunta más coherente sería ¿para ti y tus circunstancias es normal?
Depende. Cada persona, por su historia, ha aprendido unas estrategias distintas para la gestión emocional y viven la situación de manera completamente diferente. No todos tienen las mismas circunstancias en su vida, cada persona tiene sus propios problemas personales diferentes a los del resto, ni las mismas herramientas para afrontar las adversidades.
¿Si esto es así... cuándo debo pedir ayuda psicológica?
Principalmente cuando el malestar es constante, asfixiante o nos desborda.
Para conceptualizar y entender más esta idea, analizo a continuación 3 situaciones en las que puede resultar más difícil identificar ese malestar o sufrimiento, pero donde es conveniente pedir ayuda de un profesional:
1. Si la situación te lleva a querer encerrarte en ti mismo/a, alejándote de los demás, especialmente de la gente que te rodea. Te apetece "estar solo/a con tu tristeza", no hablar con nadie, ni compartir cómo te estás sintiendo. Esto te llevará a un alivio momentáneo, pero posteriormente generará un incremento de las emociones negativas como la soledad, y desencadenará a su vez pensamientos del tipo "no tengo a nadie, me falta apoyo".
2. En estos días, realizar cualquier actividad se te hace cuesta arriba, casi inalcanzable. Sientes que "no tienes ganas de hacer nada" así que pueden ocurrir dos cosas: decides intentarlo pero te rindes, es demasiado, "no tienes fuerzas", o directamente decides no intentarlo prefiriendo pasar el día en la cama o en el sofá tumbado/a.
Puede ser que estés viviendo estas situaciones o muchas otras. Pero el resultado siempre es el mismo: incremento del malestar, de la tristeza y en definitiva, de las emociones negativas. Si estás pasando por alguna de estas situaciones o alguna otra que te está haciendo sufrir o tener un gran malestar mental y psicológico, no dudes en pedir ayuda.